“Me separé. No podía seguir hipotecando mi vida”
Era la hija perfecta de los Calabró; con un imponente título universitario y perfil bajísimo. Pero este año pateó el tablero: muestra toda su sensualidad en Patinando y, tras una larga crisis, confirma su separación definitiva luego de cinco años de matrimonio.
Bienaventurados los que están en el fondo del pozo / porque de aquí en adelante sólo cabe ir mejorando…”. Para Marina Calabró, esa línea de la canción de Joan Manuel Serrat le sienta a medida. “Estuve en el fondo del pozo mucho tiempo. Ahora me animé a contarlo para cerrar la historia. Tiene que ver con una superación personal y con querer estar mejor. Pero tuve que pasar por ese fondo. Sí, me separé”. Con la entereza de quien se saca ungran peso de encima, la periodista, flamante concursante de Patinando por un sueño, e hija del gran Juan Carlos Calabró, abre su corazón a Paparazzi, y cuenta –tras cinco años de matrimonio con el empresario Maximiliano Ambrosio–, la crónica de una ruptura anunciada…
Era la hija perfecta de los Calabró; con un imponente título universitario y perfil bajísimo. Pero este año pateó el tablero: muestra toda su sensualidad en Patinando y, tras una larga crisis, confirma su separación definitiva luego de cinco años de matrimonio.
Bienaventurados los que están en el fondo del pozo / porque de aquí en adelante sólo cabe ir mejorando…”. Para Marina Calabró, esa línea de la canción de Joan Manuel Serrat le sienta a medida. “Estuve en el fondo del pozo mucho tiempo. Ahora me animé a contarlo para cerrar la historia. Tiene que ver con una superación personal y con querer estar mejor. Pero tuve que pasar por ese fondo. Sí, me separé”. Con la entereza de quien se saca ungran peso de encima, la periodista, flamante concursante de Patinando por un sueño, e hija del gran Juan Carlos Calabró, abre su corazón a Paparazzi, y cuenta –tras cinco años de matrimonio con el empresario Maximiliano Ambrosio–, la crónica de una ruptura anunciada…
–¿Cómo vive tu separación una familia que siempre parece ejemplar y unida?
–El mandato familiar está, es cierto… Pero es la vida de uno, y hay que vivirla como se puede. Igual mi viejo me dijo: “Lo único que me importa es que seas feliz; soltera, casada, divorciada, con hijos, juntada, ¡como sea! Yo ya estoy de vuelta de todo, no me escandalizo con una separación”. Y eso fue un alivio. El hecho de saber que uno cuenta con el apoyo, la contención y la comprensión amorosa de los que te quieren, es muy bueno. Hace que las cosas se sobrelleven.
–Desde que empezaron a decidir el final de la relación y ahora que lo das a conocer, ¿cuánto tiempo pasó?
–Fueron diez meses. Fue el tiempo que necesitamos para digerir la decisión, para estar convencidos de que no se trataba de un simple “bueno, estemos separados un tiempito a ver qué pasa”. Ya era algo que tenía otra entidad, y nos dimos cuenta con el tiempo. Si te separás de un hombre, y a las dos semanas te morís porque no lo tenés cerca, es distinto. Y nosotros no queríamos caer en ese manoseo.
–¿Querías definir si el amor estaba terminado o si era sólo una crisis?
–¡Claro! Y ese lapso de tiempo lo confirmó, y nos permitió también decírselo a los seres más queridos…
–¿La separación es de mutuo acuerdo?
–Por suerte sí. Acá no hay uno que ama y otro que deja de amar, o uno que le sostiene la vela al otro hasta que pase todo. En realidad se trata de que un día nos miramos y nos dijimos: “No nos engañemos, no da para más”. No tratemos de convencernos de que el amor todavía está, porque no es así (se quiebra). Eso ayudo a que no sea tan traumático. No hay uno que es dejado o dejada. Ni un desgarrado o desgarrada.
–¿Cómo fue este tiempo de crisis e incertidumbre?
–Como te lo imaginás… Muy complicado. Días de mucha angustia, de llanto, por la toma de conciencia de lo que era ya irreversible. Hay mucha terapia en el medio. Es doloroso conectarse con eso.
–¿Sentís que agotaste todos los intentos por recomponer la relación?
–Sí, los dos tenemos la conciencia absolutamente tranquila. Son cosas que pasan y nadie está exento. Hace poquito, Dani Rinaldi dijo en Intrusos: “Cuando la cosa no va, no va”, con un tono de abuela consejera. Y aunque ahí todos se rieron por lo facilista de la frase, realmente es así. Cuando se hizo todo lo humanamente posible y aún más, y se arrastra tanta crisis, y la cosa sigue sin ir, si uno no quiere seguir destruyéndose, hay que ser maduro y decir hasta acá llegamos. Ya no podía seguir hipotecando mi vida ni la del otro.
–¿Estás decepcionada en el amor?
–Para nada. Mi mamá me dice: “Marina, sos joven”. Yo le digo que no tanto, que medianamente, porque tengo 33, pero igual no soy una descreída ni del amor ni de la pareja. No tuve una mala experiencia que me haga caer en esa apatía. No estoy desencantada.
–¿Cómo sigue tu vida? ¿Vivís en la misma casa?
– Por ahora yo me quedé en la casa. A mí me encanta mi casa, mi departamento, pero está la división de bienes, y hay que definir cosas. La primera etapa fue digerirlo, la segunda contarlo a la familia, la tercera es hacerlo público, y ahora tenemos que darle forma legal…
–¿Cómo está tu salud con todo esto?
–Estoy muy cansada, perdí más de 4 kilos en un cuerpo de 1,58 y 47 kilos… Es muchísimo. No quiero pesarme para no deprimirme, pero me veo en el espejo. Y tengo problemas para recuperarlos.
–¿Estás lista para iniciar una nueva relación?
–No lo planeo. Uno no puede manejar esas cuestiones, ni decir “sería impensado por dos años”… Me parece que evitarlo por decreto no sirve. Esas cosas no se pueden manejar. Ojalá fuera tan fácil…
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